Quedan menos de siete días para que arranque una nueva edición de Carnaval.
En esta ocasión, y después de un par de años complicados y llenos de restricciones, las máscaras de Carnaval y los disfraces vuelven a las calles de todo el país.
Muchos ponen en la selección del disfraz el mayor de sus empeños, sin entender que son las máscaras las que pueden marcar la diferencia.
Una tradición que debemos contextualizar desde el propio origen de la palabra, vinculado, según algunos expertos a la unión de «más» y «cara» en relación a las caras que se añaden al portar una máscara.
Un elemento que no es más que una mera simplificación ornamental cargada de simbolismo que algunos utilizan para mostrar una parte de sí que no quieren mostrar.
Es con esa idea donde los etnólogos, quienes se encargan de comparar los diferentes pueblos y culturas del mundo antiguo y actual, sitúan su origen.
En el momento en el que el ser humano llega a la auto-conciencia.
Ya hay muestras de su uso en el Egipto antiguo e incluso en la Grecia y la Roma clásicas, usándolas incluso en las primeras escenas del teatro clásico.
Tenían desde sus inicios un uso ceremonial y social, representando figuras espirituales, por ejemplo, o incluso legendarias. Eran una unión en los vivos y los muertos, una forma de rendir homenaje y recordar a quienes no estaban.
Ejemplos de ello son las tradiciones que rodean de lado a lado México o Costa de Marfil, por ejemplo.
Hasta nuestros días han llegado tres tipos diferentes de máscaras:
Un clásico que nunca falla. Mantener la tradición original del Carnaval de Venecia.
Una máscara de colores vivos y detalles plateados coronada con una enorme pluma para ser la base sobre la que edificar tu disfraz de este año.
El cierre, también clásico, de elegante cinta, permitirá que acabes con lazo la colocación de la máscara. Una pieza manufacturada y testada bajo los más altos estándares de calidad.
Si quieres dar miedo al tiempo que vistes elegante, esta opción no deberías pasarla por alto.
Representa a un personaje muy punk que te permitirá, además, mantener la intimidad al máximo ¡nadie sabrá quién eres!
La máscara cuenta con orificios de ventilación que facilitan su uso y una cinta ajustable para ubicar en la cabeza de la mejor manera.
Otro clásico, pero en este caso, de la ciencia ficción mundial. La Guerra de las Galaxias o Star Wars, como prefieras, ha dado personajes geniales que bien pueden valer todos ellos para una pieza sobre máscaras de Carnaval.
Pero en esta selección multicolor nos quedamos con el modelo de los Stormtrooper, las tropas de asalto del Imperio Galáctico.
Un estilo moderno, diseñado en plástico pero cómodo para su uso, y que refleja fielmente a los protagonistas de la mítica saga.
Este modelo es otro de los clásicos que hace que la tradición perdure.
Está diseñada en acero inoxidable y rematada con detalles brillantes para dar un toque realmente elegante.
Dejará tu rostro vestido pero al descubierto, lo que permitirá convertirla en un complemento ideal para cualquier disfraz de Carnaval que se precie.
Sube el nivel, y la modernidad, nuestro modelo de máscara número cuatro.
Un estilo futurista que tiene al LED como parte fundamental para llamar la atención y personalizar al máximo tu estilismo de Carnaval.
Cubre todo el rostro y cuenta con aberturas en los ojos, la nariz y la boca, además de un diseño ligero y ergonómico, que no supondrá ningún engorro para que disfrutes al máximo de la próxima fiesta.
Saber de donde viene, o donde surgió, la tradición de las máscaras de Carnaval es una de las preguntas que surgen cuando se acerca la cita de los disfraces por antonomasia.
Fue en la primera época de la dramaturgia cuando las máscaras empezaron a tomar un uso recreativo, pero su entrada directamente en el Carnaval data en torno al siglo XIII, en Venecia.
Entonces comenzó la fiesta del Carnaval y el uso de las máscaras empezó a popularizarse allá donde se celebraba.
Jugaban un papel fundamental en ese anonimato que igualaba a todos durante esa época del año, al tiempo que mantenía el anonimato de quienes las portaban.
Una forma de disfrutar de la festividad entendiendo que todo, o casi todo, estaba permitido.
En torno al año 1268, en Venecia, se promulgó una ley que se encargaba de limitar el uso inadecuado de las máscaras.
Máscaras que sirvieron de escudo años más tarde para permitir a la alta sociedad de la ciudad juntarse con el pueblo sin que nadie fuera capaz de reconocer a nadie.
Doscientos años después, en 1436, la de las máscaras en Carnaval era ya una tradición muy asentada.
Hasta el punto de que los Maschereri, los fabricantes de máscaras, regularon su oficio ante la creciente demanda.
Desde aquellos días y hasta hoy, con Venecia y su Carnaval, como epicentro del mundo de las máscaras, éstas han perdurado y juegan un papel importante en la celebración de la festividad estos días.
Toca volver a ponerla en su lugar y darle la relevancia que tiene y merece.
Una buena máscara puede garantizar el éxito en cualquier concurso de disfraces.
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